miércoles, 30 de noviembre de 2011

Rosa única (Manuel Scorza - Lo adioses)

La hierba crece ahora
en todos los crepúsculos donde antes sonreías.

La hierba o el olvido. Es igual.
Entre mi dolor y tu silencio,
hay una calle por donde te alejas lentamente.

Hay cosas que no digo porque ciertas palabras
son como embarcarse en interminables viajes.
Para mi amor siempre tendrás veinte años.
Mientras yo cante en tus ojos habrá agua limpia,
porque ya para siempre
mi amor te rodea en cristal.

Puedes morir mil veces.
Inmutable en el camino estas.
Puedo olvidarte.
Mas olvidada, resplandecerás.

¿Qué son las luciérnagas
sino remotas luces
que extintos amadores antaño encendieron?
¿Qué son sino carbones
de hogueras que perduran,
tras que sus caras y sus bocas se rompieron?

Te digo que ni el rocío
con tu rostro se atreverá.
No envejecerá la muchacha
que, reclinada en mi sangre,
un día miro una rosa hasta volverla eterna.

Ahora la rosa eterna esta.
Yo la distingo única,
perfecta, en los jardines.
Por montañas y callaos
búscanla gentíos.
Solo mis ojos que tus ojos vieron,
la pueden mirar.
                   Manuel Scorza

Revolución (Jorge Baca Corzo- Pan y Rebeliones)

Ideales
anhelos vehementes...
cerebros audaces.
Atrás los arcaicos,
los ocultos fanáticos
y primacías de privilegiados...!

Despiertan los pueblos:
Muerte...!
Agonía de esotéricos...
Voces vibrantes,
pechos calientes
destruyen el engaño.
El brazo potente,
la idea fecunda
se plasma:
pensamiento y trabajo
sólido ariete
destruye murallas
asesina prejuicios...!
Al misterio insondable
demuele la ciencia
triunfo de "herejes"
muerte de inquisidores...
Manadas?
No, ya son multitudes
con sangre de acero;
corazones altivos
aprendiendo a vivir...

Humos de pólvoras,
castañuelas de metralla.
"Eructo del cañón"...
Banderines de guerra;
son jirones de carnes
de cuerpos flameantes,
mochilas traumáticas
trincheras de huesos;
barreras tumefactas de carne
huye la vida en la sangre...!
Los ayes valientes;
notas agudas
de flautas heridas:
tocata insistente...
A carga furiosa 
los lamentos incitan.
Muertos y heridos
de tumbas y refugios
todavía ordenan;
Fuego, fuego...
Después...
la Victoria!!!!
          Jorge Bacacorzo

lunes, 28 de noviembre de 2011

Niebla de la soledad.

Ya no veo por culpa
de la niebla de la soledad.
Ya no encuentro la respuesta
a mis preguntas de antes.
Mis preguntas
son tus respuestas.

Tu vos me llevara
al paraíso terrenal
en el que me encontraran
con una canción en la vos
y en el alma y tu recuerdo
                     Camilo C. Cárdenas

Los rincones más oscuros de ti.

Muerte en vida,
ya no encuentro.
Algo peor, puedo buscar.
En la calle,
en la ciudad
la gente me mira.
Me detuve frente a la puerta.
El tiempo muerto esta
y yo me consumí de a poco.
Nunca pude entrar
a los rincones más oscuros
de tu corazón.

Me mortificare
por no animarme
a entrar a tu alma
a través de tus ojos
de miel y azúcar.
Ya no aguanto esto.
                  Camilo C. Cárdenas

domingo, 27 de noviembre de 2011

El ave negra.

Alma negra cursa el frió abismo
ocultada en la forma de un ave.
Miles de lagrimas no lloradas,
cuales espinas en mi alma,
al rojo vivo me cortan y matan
cuando más débil estoy.
Triste dolor nocturno.
Triste dolor diurno.
Quemaduras de hielo en mi pecho.
Fría muerte de ente tibio.
Frente al gran monte de
mi desolación y mi soledad.
Frente al Olimpo de los sueños
que nunca se concretaron,
y los amores que fríos murieron
cerca del bosque de la tristeza.
Y yo, a un paso de tirarme,
veo a la oscura alma en forma de ave
volar sobre el abismo del suicidio.
                                    Camilo C. Cárdenas

jueves, 24 de noviembre de 2011

Noche frente a una fuente (lagrimas de tinta).

Lloras tinta.
La paloma negra de la muerte, vuela.
La tinta descolora tu cara,
de nuevo te has equivocado.
El amor ha muerto.
Frente a una fuente,
el agua te toca.
Noche solitaria.
Noche de luto.
Deseas estar muerta,
enterrarte mil metros
bajo dura tierra.
Tumba sin lapida.
Lagrimas negras sepulcrales
lastiman tu bello rostro.
Recuerdos del amor.
Loras tinta con dolor
Frente a una fuente.
Su agua se tiñe
por tus lagrimas.
Lagrima de tinta.
                      Camilo C. Cardenas

PD: Poema escrito a principios de 2010.

Hermanos de sangre (capitulo segundo)

Segundo capitulo (La noche en el cementerio)
  Esa emblemática noche a la doce y treinta y cinco ya estaban todos en el cementerio, siendo en total cinco hombres (Raúl R., Jivh y Hans Heillk Burd, José Guevara y Emmanuel Criánza). Era una tranquila medianoche cual viento de verano, o ronroneo de un gato frente al fuego que espanta al frío invierno patagónico. No había ni una señal de vida, lo cual se tomaba por extraño en la zona pues casi siempre es transitada hasta las dos de la madrugada. Pero esta vez, llevaba un aire distinto a los demás. Aunque nadie le prestó la suficiente atención.

En cuando a los hombres ajenos a los hermanos, José Guevara y Emmanuel Crianza se trataban de un par de dueños de una pequeña zapatería de Lanús Este. Ninguno había terminado sus estudios pero los dos eran muy buenos en materia de negocio. José Guevara era hijo de un médico y una enfermera, quien a los quince había escapado de su hogar y del puño de su padre, mientras que Emanuel Criánza era el hijo de una azafata de veintiún años, la cual murió de una sobredosis de heroína. El niño de aquel entonces fue trasladado a un orfanato. Era el orfanato más oscuro de la Argentina; “no hubiera podido sobrevivir ni dos días si en ese agujero gris si no hubiese conocido a José Guevara y a Rodrigo Altaro, pero Rodrigo no soportó y se mató. Lo único que me queda es mi hermano de tortura: José.” Respondía hacia quien le preguntase sobre sus años en aquel lugar.

Cada uno robaba un sector del cementerio diferente, y coordinado lo más posible: José y Emanuel se ocupaban de las tumbas, Jivh y Raúl de merodear la pequeña iglesia que había en el cementerio y Hans haría guardia en la puerta. Todo fue como se había planeado. Además, cada treinta minutos se juntaban en los dos autos y ponían bolsas de consorcio con lo robado dentro de los automóviles. A primera hora y treinta y cinco, como si se tratara de una llamada al unísono y puntual, se reunieron los hombres, pero José y Emanuel no se presentaron. Los demás lo notaron evidentemente:

Hans – Raúl, andá a buscar a los otros dos.
Raúl – ¡Andá vos! Junto a tu hermano.
Jivh solo callaba sin prestarles atención a su hermano y a Raúl, vigilando si aparecían los extraviados. De pronto arribó agitado José. Comenzó a hablar:

José – (muy agitado y asustado) Necesito ayuda. Estábamos abriendo las tumbas cuando escuchamos una pequeña campanilla, seguimos cavando y cuando encontramos el cajón, este se abrió solo y salió un hombre. Él nos miró con miedo y luego sacó una navaja, Emanuel me dijo que viniera a avisarles. Hay que salvarlo.

Al instante cerraron el baúl con cautela y salieron al auxilio de su compañero. Hans cargaba arma de fuego.

                                                                                                         Camilo C. Cardenas y Brenda V. Vazquez

domingo, 20 de noviembre de 2011

Hermanos de sangre (capitulo primero)


Capítulo primero (Trabajo es trabajo)

    Ese mes no había sido para nada a beneficio a favor de la granja de los hermanos Heillk Burd. Sus cosechas estaban completamente perdidas, y el hecho de que entonces el banco amenazaba con la hipoteca, no ayudaba en lo más mínimo.
    Desde jóvenes ellos dos, Jivh y Hans Heillk Burd, no conocían otro empleo ajeno al ambiente de una la granja, o en los mercados cercanos del pueblo. La vida de ambos se pasó en ese terreno que pertenece desde ya hace generaciones a la propia familia, pero no podían hacer nada para salvar su granja de ser hipotecada por el banco nacional. Sin perder tiempo, se decidió asimismo pagar la molesta hipoteca, luego vender la granja al mejor postor y huir a una supuesta mejor situación económica, es decir, una mejor vida; se irían a Capital Federal a buscar empleos, mejores dignos.

    Jivh H. Burd, con treinta y cinco años, nació en San Carlos de Bariloche un 15 de Septiembre soleado y estudió en la misma ciudad. Terminó sus estudios secundarios, a diferencia de su hermano, quien solo hasta el cuarto año de la secundaria técnica, más no los universitarios, los dejo un año antes de recibirse. Hijos de Kart Heillk, un campesino austriaco buscando escapatoria a los problemas europeos, y María Burd, una ciudadana francesa que se enamoro de la idea de viajar y, luego en Argentina, de quien sería su esposo.

     Al llegar a Buenos Aires, los hermanos se toparon con empleo. El primero en conseguirlo fue Hans, quien se inscribió en las fuerzas armadas como técnico en reparaciones. El próximo sábado, de fecha 20 de septiembre, empezaría yendo a Tierra del Fuego, más exactamente a Ushuaia, y, en un mes, se iría a trabajar definitivamente en el ejército. Sin embargo, su hermano Jivh no consiguió empleo, aunque sí algunos amigos. El viernes, uno de estos ya mencionados amigos, llamado Raúl Rodríguez, le contó a Jivh sobre un robo que efectuarían dentro del cementerio de Lomas de Zamora, con horario de actuar a medianoche y mitad de hora. Habría demasiado efectivo de por medio (no le dio datos ni de por qué habría tanto dinero o detalles por el estilo). Ese día, Jivh le comentó a Hans para ir.

     Jivh - ¡Dale! Va a haber mucha plata de por medio. Sé que no es lo más ortodoxo, pero lo necesitamos para subsistir.-
     Hans - Vos sabés que mañana me voy al ejército, ya no necesito el dinero._
     Jivh - ¡…Dale! Solo es por una noche, y lo necesito yo. ¡Haceme solo esta vez la pata! ¿Qué podes perder?
     Hans– Em, no sé… ¡¿Tal vez ir preso y perder mi oportunidad de estar en el ejército argentino?! O sea, Jivh, querido hermanito del alma, vos más que nadie sabés, o deberías saber, que en toda mi vida he querido entrar el las fuerzas armadas nacionales. Y no me gustaría perder esta oportunidad de cumplir mi sueño por un tonto “trabajo” de uno de tus amigos. 
     Jivh - ¡Pero no es un “trabajo”! Es la oportunidad de salvar a tu hermano de caer realmente en algún mal “trabajo”. Solo esto te pido que me hagas el aguante, que ayudes a tu hermano a salvarse económicamente. – 
     Hans – Eres molesto como nadie. Ay… bien, pero no repartimos cincuenta, cincuenta.
     Jivh - ¿Cómo?-
     Hans – Era un chiste. Te quedás con el setenta y cinco por cierto. Lo vas a necesitar más que yo. Aunque tengo una duda, aparte de sobrevivir, ¿En qué vas a gastar la plata?
     Jivh - Extraño que nunca te haya dicho. Pienso publicar un libro de poesías.
     Hans - ¿Piensas morirte de hambre, dices? Actualmente un poeta no tiene ni guita para morirse en una tumba cristiana digna. Pero bueno, ahí tú con tu sueño.
     Jivh – Entonces, nos veremos mañana a las doce en el cementerio. Chau.
     Hans – Ok, buenas noches.

Así cada cual fue a su respectivo cuarto.          
                                                                                Camilo C. Cárdenas y Brenda V. Vazquez


La muerte del anciano.

Efímera vida se presenta ante mi.
En este soleado día, el,
un viejo validado por el tiempo,
se arrastra por el suelo de dura madera
intentando respirar, intentando sobrevivir.
Yo solo lo veo y recito cual cuervo
o predicador de la des fortuna;
"Tu, anciano en melancolía,
tu, que has tenido todo y
para ti solo fueron cenizas.
Tu, que has tratado a la gente
cual animales o mercancías baratas.
Ahora te arrastras por los suelos,
cual animal enfermo o herido por
una vida dolorosa y dura,
cual sanguijuela muriendo de hambre.

Tal vez todos a los que lastimaste
te hayan dejado en tu actual estado,
tal vez es una paga por tus
malditos pecados católicos.
Tal vez mereces morir
en este hermoso día soleado,
tal vez sean las flores, en
cruda venganza por no
haberlas apreciado nunca,
las que no te dejan respirar.
Tal vez los muros,
en repulsión por tu eterna, incomoda
y asquerosa compañía, han
decidido matarte lentamente ahogándote".

El se arrastraba decadente,
victima de Cronos, victima de su ego.
"Nadie nunca te ha amado -dije-
todo sentimiento posible por ti
fue odio y es lastima.
Los que te han querido
los has ahuyentado con tu ego,
y los que te han odiado
solo les has dado más razones
para aumentar su odio.
Eres como un salvaje cuervo
que en desagradecimiento a
quien lo ha cuidado y amado,
alimentado y protegido, solo
hace una cosa; le arranca los ojos
al primer error y se alimenta de ellos.
No eres nada, solo un anciano
en el suelo.

En tu era de gloria
todos los gusanos y demonios
te han aplaudido desde sus hogares
en el cuerpo pútrido de tus antecesores.
Eras el rey de un infierno de pecadores,
un frió infierno inimaginable para el Dante.
Pero amabas eso, y no has querido
nada de nadie, a menos que ese tercero
sufriese o perdiese todo y lo consiguieras tu.
Nadie, ni el gran Poe, que en
oscuras letras a la medianoche describía
la mente de un psicópata perseguido por un corazón
o una mente atormentada por un gato,
podría describir a perfección
mi odio por tu asquerosa  persona.
Solo verte arrastrarte es el
mejor festín u obra que he disfrutado".

El se ahoga, toma su cuello con las manos
he intenta respirar, pero
cae, estirando su brazo en busca
de auxilio, muere.
La tarde no podía ser más bella.
Sádico festín.
"¡Y ahora aquí estas! -digo-
Muerto, al fin muerto.
Tu cuerpo frió ahora yace
en el frió suelo de madera,
nada se recordara de ti.
¡Cronos te ha ganado!
¡Alguien te ha ganado a ti,
hijo de lucifer y santo del pecado!
Ni todas tus requisas, bañadas
en pobre sangre pagana y cristiana,
te ha salvado de el,
el peor enemigo de todos, el único
ser imposible de vencer; Cronos,
el tiempo.
¿Te creías invencible tal vez?
¿Tu ego solo te sirvió para caer
desde más alto que otros al momento
de ceder ante el expulsado del Olimpo?
Tu piel ya se ha teñido de blanco,
y te has vuelto frió, ya eres igual
a la nieve de invierno;
Frió, blanco y sin vida".
                                       Camilo C. Cárdenas

domingo, 13 de noviembre de 2011

La dama blanca.

Hoy solamente quiero estar solo,
sin ninguna compañía mortal
ni tampoco imaginaria.
Deseo estar aislado de todos.
Solo yo y mi agonía,
sufriendo por mis pecados.
Aumentando los sentimientos.
Derramando lagrimas en la soledad.
Apago todas las luces,
ya no quiero ni la compañía
de mi oscura sombra.
Desde hoy se dirá que he muerto,
nadie me volverá a ver.
Y todos en el pueblo sabrán
que ni la compañía de la vida deseo.
¡Una lagrima desea acompañarme!
pero, como tantas otras,
la salada demostración de tristeza
se escurre por mi mejilla
y cae al suelo para convertirse,
al igual que sus antecesoras,
en otro triste recuerdo.
Mi corazón ya esta ahogado,
a más no poder,
por las lagrimas de mis ojos
que aun extrañan la compañía de los tuyos.
¡Fuimos tan felices juntos!
pero ta no somos nada.

Puede ser que mi única
y leal compañera es la soledad.
¡Ho! blanca dama de los perdidos.
¡Ho! blanca dama sin rostro,
cuando tocas a alguien con tus frías manos
solo traes viejos recuerdos
a la mente de tus victimas.
Eres la victimaria de todos los suicidios,
la secuestradora de todas las pobres almas
que bagan por la vida sin compañía.
La única que estará acompañando a alguien
cuando nadie este.
Tu compañía es la más dolorosa
y conocida del mundo entero.
El hombre que diga que
nunca ha sufrido soledad solo miente.
¡Ho! soledad,
tus amantes son los peor vistos por todos,
y, lamentablemente, me has atrapado.

¡No deseo a nadie aquí!
Mi condena es esta tortura,
la he impuesto yo por el pecado
de no haberte sabido amar.
¿ Puede alguien entender ha un hombre
que no desea ninguna compañía,
solo la de la mujer que ama?
¿Puede alguien entender que
estando cuerdo he elegido sufrir la soledad
pues no hay castigo más grande para mí
que ya no poseer al ángel que amé?
¿Puede alguien entender
que me he desecho de todo
porque todo me recuerda a ella?
Puede que nadie me entienda,
solo los que sufrieron lo mismo que yo
podrán entenderme.
Todas mis fortunas ¡todo!
ya no vale la pena
si no poseo al mayor de los tesoros
terrestres y celestiales
de este planeta de oro y plata:
Su amor.
Ni siquiera el mismo Pluton
podría entregarme
una riqueza más grande.

¡Y en todos lados se hará correr la voz
de que un solitario hombre yace
muriendo en el suelo de su hogar!
Su única compañera es la soledad
y la única pena por la que paga
es no haber sabido amar bien.
¡Corran la vos!
de que en mi tumba,
la más fría de todas,
solo se hallara una rosa solitaria.
Y una leyenda;
"Aquí yace el torturado
preferido de la dama blanca,
el que nunca supo lo que era
no tener nada hasta que lo perdió todo,
en su triste corazón".
Solamente deseo estar solo
yo, tu recuerdo y
la dama blanca llorando por mi.
                                                Camilo C. Cárdenas

sábado, 12 de noviembre de 2011

Poema escrito en marfil, con humo y sangre.

E leído las más bellas poesías durante días,
pero nada, ni las dulces palabras
escritas por los poetas en oro y plata
sobre el marfil de la escritura,
han logrado que mi sufrimiento pare.
No he dejado de pensar en ti,
en que te tendré que esperar,
en que el tiempo tarda tiempo,
en que estas lejos mio,
en que tu inmensa belleza no me pertenece.
Por alguna tortura de Lucifer,
escrita por el Dante,
mi nombre escrito en el infernó,
mi tortura es no verte hoy.
Mi sufrimiento empieza hoy,
el día en el que no he de verte,
el día que tarda mil años,
veinticuatro siglos de no verte.

Y en letras de sangre,
y en pluma de humo,
y con dolor de pecador en iglesia
hoy he de escribir mi sufrimiento
en este poema sin poeta,
en esta carta sin remitente
pero con destinatario; tú.
Todos los minutos,
dolorosas cual alcohol en heridas,
tu recuerdo me persigue,
de tu risa divina, de tus labios de rosa,
tu piel de seda, tu voz celestial de ente divino,
de tu aura joven de niña dulce.

Pero aun tengo esperanza,
esperanza de verte,
se que luego de todo este dolor podre verte.
Eso, solo eso, es lo que me salva,
lo que evita que caiga en la locura
pero no me salva de la cordura.
Eso es lo que me hace seguir vivo,
seguir sufriendo pero saber que terminara,
que mis clavos serán sacados de mi cruz,
serán arrancados por tu aura.
Seré libre de ser tu esclavo
de seguir tus ordenes y deseos
cual soldado a capitán en batalla.

Luego de mi tortura podre ser tu adorador,
ser tu leal esclavo de alma y cuerpo.
No deseo esperar, el esperar me desespera,
las ganas de estar con tigo
hacen que me arranque las manos,
juntos a los clavos, de la cruz.
Podría cortar mi pecho y sacar mi corazón,
si tu me lo pidieras, si tu lo quieres.
no haré nada sin tu bendición,
si tu bendita mirada de ser celestial.
Gritaría a los mil vientos de la rosa tu nombre
solo para que el mundo lo sepa,
sepa que mi religión eres tu,
el ángel en la tierra...
                         Camilo C. Cardenas


PD: Dedicado a mi hermosa ángel; Florencia Gonzalez. TE AMO MI AMOR.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Juego de niños.

 La historia que les contare es un cuento nacido de un error, de un juego de niños y de un recuerdo que desearía olvidar. Si mi memoria no me falla, ese día fue veintitrés de Noviembre, muy lindo día, soleado. Los jóvenes hermanos Gutierrez (Juan E. y Jenifer) estaban jugando tranquilos en el parque de la casa. Los dos eran dos hermosos jóvenes ,bien educados , con solo 1 año de diferencia uno del otro (Juan E. tenia 7 años y Jenifer 6).   Ese día su padre (Ernesto Gutierrez, un policía justo y de palabra, con unos bien llevados 52 años) llego a eso de las diez de la noche a la casa, fue saludado por sus dos hijos y luego guardo su arma en la mesa de dormir donde la guardaba cada día. Pero cometió un gran descuido; su hijo lo vio metiendo el arma. Juan pregunto:
- Papa ¿qué es eso?-
- Un arma-
- Papa ¿para qué sirve?-
- Solo para hacer cosas malas a la gente, solo para eso.-
- Y... ¿por qué la tienes tú?-
- Para que no me hagan nada malo.-
- ¿Puedo tocarla?-
- ¡No! ¡nunca te animes a tocarla!- Juan E. empezó a lagrimear, no le gustaba que su padre le gritase,
- Bueno pa. -
 Esa noche el pequeño niño se fue a dormir pensando en que haría ese aparato ¿qué podía hacer tan horrible como para que su padre no quisiese que el so usara?.
 Al día siguiente todo fue como de costumbre; se despertó, desayuno, se preparo para la escuela, comió, saludo a su padre y se fue (con su madre, Victoria Augusta, y su hermana a la escuela). En la escuela se la paso todo el día pensando en en extraño aparato del padre, hasta que de pronto, uno de los alumnos (llamado Jose Hiklych), lo apunto en la cabeza con un objeto igual que el que llevaba su padre;
- Puuum ¡perdiste! ahora vos hace que sos el ladrón ¿okey?-
- E... bueno ¿qué tengo que hacer?-
- Me persigues y aprietas este gatillo cuando me tienes cerca-Se quedaron jugando a los ladrones con el extraño objeto, Juan ya estaba más tranquilo (savia que era el objeto y que hacia, o por lo menos que creía que hacia; hacerlo perder a uno el juego).
 Al llegar a la casa Juan noto que su padre estaba durmiendo en el cuarto y su madre estaba viendo la telenovela, entonces decidió tomar de la mesa de dormir el arma de su padre. Fue a buscar a su hermana a el cuarto de los dos y le dijo:
- Hola ¿te muestro un juego que me enseñaron en la escuela?-
- Bueno ¿como se juega?-
- Tu te escondes o corres y yo te persigo o busco, si te encuentro o atrapo te pongo esto en la cabeza y aprieto este botón- sonrió.
- ¿Seguro? eso no es de papa-
- Tranquila estuve jugando a esto en la escuela-
- Bien... ¡¿A que no me encuentras?!- se fue al patio y se escondió en el garaje. Juan E. la encontró al poco tiempo, ella siempre se escondía en ese lugar. Apretó el gatillo y en toda la casa se escucho el tiro, la joven niña calla sangrando al suelo, estaba muerta. Juan la levanto y le decía:
- Dale ahora es tu turno- Ella no respondió. - ¡Dale levántate!- Siguió sin responder. - ¡Dale! Ya me estas asustando.- La niña ni se movió, Juan empezó a largar lagrimas. -¡¡Dale levántate!!- Empezó a gritar y a samaquear el cuerpo de su hermana. Sus padres llegaron a el patio, la madre callo en llanto el ver la imagen de su hija con un hueco en el cráneo, su hijo llorando tratando de revivirla y un arma echando humo por el pico, el padre miro al hijo y negó con la cabeza. Lego lo tomo del hombro y le dijo con una voz grave y seria:
- Te dije que solo causaba cosas malas.-
- ¡¿Que le pasa a mi hermana, papa?!-
- Esta murta.-
- Papa (llorando) lo hice sin querer, en la escuela no sucedió nada con la que trajo mi amigo ¡¿Por qué acá si?! ¡¡quiero a mi hermana!!- se largo a llorar en el hombro del padre y repitiendo freces como "lo hice sin querer ,papa" o "¡quiero a mi hermana!"
-Ya lo se, ya lo se.-
 Ese día fue el que mi infancia cambio dramáticamente, desde ese día soy un hombre gris. ¡Si, yo vi morir a mi hermana en mis manos! Yo Juan Ernesto Gutierrez, maldije toda mi vida ese juego de niños.
                                                                                                      Camilo C. Cárdenas

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